Charles Vermot fue sin duda un hombre adelantado a su tiempo. Fue uno de los relojeros originales que trabajó en los primeros lotes del movimiento El Primero cuando se presentó por primera vez hace 50 años, por lo que se le podría denominar el padre espiritual de este venerado calibre. Cuando se decidió detener la producción de El Primero en 1975 con el lanzamiento del movimiento de cuarzo, Vermot se encargó de salvaguardar El Primero para generaciones futuras, con la esperanza de que algún día ZENITH volvería a producir este excepcional movimiento.
Actuando en secreto, Charles Vermot tuvo la ingeniosa idea de recopilar todos los planos técnicos y herramientas necesarios para producir cada uno de los componentes del movimiento El Primero y guardarlos en una sección secreta tapiada del ático de la Manufactura ZENITH, conocido como «grenier» en francés. Como una cápsula del tiempo que aguarda ser encontrada, el «grenier» era un recuerdo vivo de El Primero y el guardián de su futuro. Una década más tarde, este heroico acto de Vermot serviría como el primer elemento para devolver a la vida El Primero.
Este héroe común permitió a ZENITH relanzar la producción de su legendario cronógrafo en 1984.
Noche tras noche, empezó a esconder en secreto las prensas (150 en total, pesando cada una más de una tonelada), los planos técnicos, las levas y las herramientas de corte. Registró cada componente y herramienta diligentemente en un archivador que guardó en el ático secreto de la Manufactura. En 1978, ZENITH pasó a otras manos. Los nuevos propietarios creían en el renacimiento de la relojería mecánica, así como otras marcas que la tomaban de referencia como la única Manufactura capaz de producir un cronógrafo tan preciso y fiable como El Primero.
¿Pero cómo crearlo sin las matrices, los diseños técnicos, los planos y las herramientas? Sin mencionar a los relojeros ya retirados o despedidos.
Fue entonces cuando Charles Vermot mostró a la nueva gestión las grandes cajas de madera que albergaban las pruebas de su insubordinación desde hacía nueve años. Sin mostrar ningún ápice de triunfalismo, sino la simple satisfacción de haber realizado su deber, este héroe común permitió a ZENITHrelanzar la producción de su legendario cronógrafo en 1984.